Hablemos del valor de las emociones positivas en las organizaciones
¡Qué mejor manera de empezar el año que hablando del poder de las emociones positivas!
De sobra es conocido que los “emprendedores en serie” celebran su perseverancia frente a múltiples fracasos y se mantienen optimistas.
Cuantas más veces lances a portería, por supuesto, mayor será la probabilidad de que marques un gol. Pero la mayoría de nosotros no estamos conectados de esa manera. Cuando fallamos, nos acobardamos, así que decidimos que tal vez el fútbol no sea para nosotros después de todo. Es una respuesta racional, pero que no conduce a nada: aprendemos de nuestro pésimo desempeño y ya no somos tan optimistas acerca de nuestras habilidades en el deporte (o en la vida personal y/o profesional). Es lo que nos han enseñado desde pequeñitos, fijarnos en lo que hacemos mal para intentar arreglarlo en vez de focalizarnos en lo Sí hacemos bien.
Las emociones positivas, según Barbara Fredrickson
Un nivel irracional de optimismo puede parecer extremo, pero a veces puede ayudarnos a ver el mundo a través de nuevas lentes, las lentes del pensamiento positivo. ¿Por qué es esto importante?
Porque las emociones positivas generan cambios cognitivos muy potentes en el cerebro, nos vuelven más creativos, resilientes…
Durante casi todo el siglo XX la psicología se centró en conocer el porqué de nuestros estados negativos, dejando de lado todo el espectro positivo de las emociones. Es en 1998 cuando por primera vez se aborda el tema de las emociones positivas desde una perspectiva seria, gracias a Barbara Fredrickson, profesora de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (EUA), y una de las investigadoras más importantes en el ámbito de la Psicología Positiva.
«Las emociones positivas abren nuestros corazones y nuestra mente, nos hacen más receptivos y más creativos”
Hasta su trabajo, se creía que las emociones positivas eran simplemente lo contrario de las negativas, pero Barbara Fredrickson demostró que las emociones positivas provocan un efecto excepcional: «Las emociones positivas abren nuestros corazones y nuestra mente, nos hacen más receptivos y más creativos”. Afirma también que la positividad nos permite desarrollar nuevas competencias, nuevas relaciones, nuevos conocimientos y nuevos comportamientos.
Las emociones positivas provocan cambios en la actividad cognitiva, que a la larga pueden producir cambios conductuales, o lo que ella denomina un “impulso de acción”.
Gracias al trabajo de Fredrickson está demostrado que las emociones positivas nos ayudan a “ampliar, transformar y construir”. Como contábamos en este anterior post.
El pensamiento optimista y las emociones positivas pueden convertirse en un mejor solucionador de problemas, mientras que las emociones negativas disminuyen la capacidad del cerebro para pensar ampliamente y encontrar soluciones creativas.
Además, «las emociones positivas ayudan a acelerar la recuperación de las emociones negativas», dice Barbara Fredrickson. «Cuando las personas pueden autogenerar una emoción o perspectiva positiva, eso les permite recuperarse. No es solo que te recuperas y luego te sientes bien, sentirte bien impulsa el proceso”.
Según esta experta, los fundadores de empresas con mucha confianza en sí mismos y en sus propias capacidades «están mejor posicionados para comenzar y tener éxito con otra empresa”.
¿Qué hacen los pensamientos negativos a nuestro cerebro?
James Clear en “How Positive Thoughts Build Skills, Boost Health And Improve Work” nos propone este escenario:
“Estás caminando por el bosque y de repente un tigre se cruza en tu camino. Cuando esto sucede, tu cerebro registra una emoción negativa, en este caso, el miedo, y corres.
El resto del mundo no importa. Estás completamente enfocado en el tigre, el miedo que crea y cómo puedes alejarte de él.
En otras palabras, las emociones negativas estrechan tu mente y enfocan tus pensamientos. En ese mismo momento, es posible que tengas la opción de trepar a un árbol o agarrar un palo, pero tu cerebro ignora todas esas opciones porque parecen irrelevantes cuando tienes un tigre frente a ti. Este es un instinto útil si estás tratando de salvar la vida y las extremidades, pero en nuestra sociedad moderna no tenemos que preocuparnos por tropezarnos con tigres en el camino. El problema es que nuestro cerebro todavía está programado para responder a las emociones negativas de la misma manera: aislándose del mundo exterior.
El cerebro se cierra al mundo exterior y se enfoca en las emociones negativas del miedo, la ira y el estrés, tal como lo hizo con el tigre. Las emociones negativas evitan que nuestro cerebro vea las otras opciones que nos rodean. Es el instinto de supervivencia”.
Ahora, comparemos esto con lo que las emociones y pensamientos positivos le hacen a nuestro cerebro.
Barbara Fredrickson organizó un pequeño experimento. Dividió a los participantes en cinco grupos y mostró a cada grupo diferentes fragmentos de películas. A los primeros dos grupos se les mostraron clips que crearon emociones positivas. A los dos últimos grupos se les mostraron imágenes que despertaron emociones negativas.
Posteriormente, se pidió a cada participante que se imaginara en una situación en la que surgiesen sentimientos similares y que escribiera lo que haría.
Se les entregó una hoja de papel con 20 líneas en blanco que comenzaban con la frase: “Me gustaría…”. Los participantes que vieron imágenes de miedo e ira anotaron la menor cantidad de respuestas. Mientras tanto, los participantes que vieron imágenes de alegría y satisfacción escribieron un número significativamente mayor de acciones que realizarían.
En otras palabras, las emociones positivas abren nuestra mente a más opciones. Pero ese es solo el principio. De hecho, el mayor beneficio que brindan las emociones positivas es una mayor capacidad para desarrollar habilidades y recursos para usar más adelante en la vida, personal y profesional.
¿Cómo puede ser una organización positiva?
Llegado a este punto, la pregunta más importante de todas: si el pensamiento positivo es tan útil para desarrollar habilidades valiosas y para ver la vida, ¿cómo logras ser positivo?
O… ¿cómo puede ser una organización positiva? Desde nuestro punto de vista, el de Madavi, la respuesta es: focalizándote en las fortalezas y descubriendo lo que Sí tenemos para hacerlo más y mejor.
¿Qué sentido tiene poner foco en lo que NO tenemos cuando tenemos tanto?
En Madavi, nos focalizamos en explorar y descubrir los momentos más geniales preguntándonos, investigando y visualizando nuevas oportunidades.
Como dice nuestra compañera Cristina Sendino, «así es como despertamos el músculo apreciativo».
Empecemos por apreciar una situación cotidiana, por hacerse preguntas incondicionalmente positivas. ¿Cuál es el mayor aprendizaje de este momento? ¿Qué ha salido increíblemente bien? ¿Cómo podemos repetirlo y hacerlo incluso mejor?
Apreciar es mucho más que ser positivo.
Esto significa apreciar, y apreciar es mucho más que ser positivo. Es hacerse la pregunta de cuál es el potencial que tiene este momento. Porque cualquier momento tiene un potencial.