Digitalizar la Cultura

Todas las empresas que han comenzado el camino de la digitalización han podido comprobar que lo más difícil de digitalizar es «la cultura».

La verdad es simple: la transformación digital ha traspasado lo periférico y riega de disrupciones la cadena de valor, el modelo de negocio, la relación con el cliente, los procesos, … simple y llanamente lo alcanza todo. Ya no es posible engañarse creando un departamento «Digital», hay que digitalizar la cultura.

«En la transformación digital, lo más difícil es el cambio cultural y de las personas»,  Jesús Mantas, DG Global de consultoría y procesos de IBM.

Digitalizar la cultura conlleva disponer del equipo humano capaz de crear nuevas tendencias en los negocios basadas en tecnología. Un equipo humano capaz de cambiar a la velocidad con que la tecnología crea disrupciones. Una cultura en que uno de sus principales aspectos es la capacidad de cambiarse a sí misma, de forma permanente, natural y continuada.

En una Start-up está claro: se contrata a personas que viven, piensan y actúan así, personas que llevan en su propia cultura la digitalización.

El debate se pone interesante cuando la empresa está en el viaje de lo analógico a lo digital y las personas ya están dentro. Seguro que hay que incorporar nuevos perfiles, pero no solo.

Las personas que trabajan en la empresa “analógica” acumulan incontables fortalezas en forma de conocimientos y capacidades, muchas esenciales para el negocio. ¿Cómo mantener “lo mejor de lo que hay” y, al mismo tiempo, generar una disrupción en la cultura? Cambiando la forma en que cambiamos.

En la fórmula habitual de cambio subyace la idea de que si ofrecemos un buen análisis cambia la forma de pensar y con ella el comportamiento. Si esto fuese así la sostenibilidad del planeta estaría asegurada.

En realidad el cambio funciona de otra forma. Si nos imaginamos en un nuevo futuro que consideramos que es mejor para el conjunto y para uno mismo, apetecible y posible al mismo tiempo, despertamos gran cantidad de energía positiva que utilizamos para modificar nuestro comportamiento.

Lo más habitual es que unos pocos se den la oportunidad de imaginar ese futuro, siempre acompañados de sesudos consultores que elaboran brillantes informes. En vez de cambiar la cultura la asustan: ¡UFF qué será de mí en ese mundo! Con esa imagen de futuro instalada en los empleados solo se puede esperar una cosa: Resistencia.

Buscamos justo lo contrario: una cultura que lidera la estrategia de digitalización.

¿Cómo hacer para que la cultura genere Digitalización? Recomendamos dos pasos: Concentración de fortalezas y acción colectiva.

Concentración de fortalezas

El criterio para seleccionar el grupo de trabajo es la concentración de fortalezas, en forma de capacidades, conocimiento y cualidades.

Para seleccionar el grupo interno es útil tener en cuenta tres criterios:

  • Representa al sistema en su conjunto, un grupo elevado de personas entre 30 y 500, (en función del tamaño de la compañía).
  • Acumulan lo mejor del saber hacer de la organización.
  • Personas reconocidas por su energía positiva.

Para seleccionar el grupo externo, tener en cuenta los siguientes criterios:

  • Aportan fortalezas y conocimientos que complementan lo existente.
  • Dispone de una cultura digitalizada.
  • Pueden convertirse en buenos compañeros de viaje.

El conjunto es un equipo “Full Power” con alta concentración de fortalezas capaz de crear un futuro digital creíble para la empresa en cuestión.

El equipo tiene que ser  capaz de involucrar a todas las personas de la organización, ya que, la digitalización se convierte en parte del trabajo y responsabilidad de todos los empleados. Es un equipo capaz por su tamaño, por acumular todas las fortalezas necesarias, por estar distribuidos por toda la organización, por su prestigio social, visión compartida y capacidad de ejecución. Hay que inocular la digitalización en la cultura.

El siguiente paso es celebrar una cumbre, una sesión de tres a cuatro días de duración, en que que el grupo imagina la compañía totalmente digitalizada y la forma de influir en muchos, de digitalizar la cultura. El output de la cumbre es acción colectiva hacia una misma historia de éxito.

Acción colectiva

Se empieza por indagar: las fortalezas, saber hacer, oportunidades y aspiraciones del conjunto. Indagar es apreciar el potencial que nos rodea con el objetivo de activarlo. El resultado de la indagación es lo mejor de lo que hay, la materia prima para el siguiente ejercicio: imaginar la empresa completamente digitalizada.

Si somos capaces de imaginar un futuro prometedor hemos pasado de la resistencia al deseo: “Yo quiero vivir en ese mundo”. Si hay algo que mediatiza nuestro comportamiento presente es la imagen que tenemos sobre el futuro. La cultura pasa de ser un lastre para el cambio a una fuente de energía para la acción.

Esta imagen de futuro será ambicioso y alcanzable al haber sido creada de forma simultánea por los participantes, tanto externos como internos.

Una vez creado un futuro deseado es momento de aterrizarlo, creando un mapa de oportunidades hacia ese sueño.

Cada persona elige dónde quiere poner su energía y talento. No va de deberes, sino de quereres. A cada equipo se le asignan los expertos más oportunos para su área de oportunidad, para crear equipos “Full Power”, capaces de crear prototipos factibles a la par de innovadores.

Hecho esto, disponemos de personas, muchas, capaces de transformar la empresa mediante la tecnología. Personas internas y externas con un objetivo común y un nivel de relación capaz de generar cambio. Es la nueva cultura, muchos pensando y actuando de forma simultánea, liderando la digitalización.

Hemos generado movimiento, acción colectiva hacia un mismo futuro. Ahora en vez de empujar a la organización, se trata de canalizar esa energía en el sentido de las mejores oportunidades. Es hora de gestionar el movimiento con coherencia.


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